Aquí no existen superheroes, no existen poetas empedernidos; no existen más que amateurs queriendo vivir en la vieja Bohemia de París. No son diferentes entre si. Solo hombres consternados por un viejo amor, dándoselas de misántropos, haciendo el papel de poetas intelectuales. Dando vida sin vivirla. Ellos que aún tienen esa conciencia limpia y juegan a ensuciarla.
Podríamos jugar a seguir el hilo, a dejar las palabras sin más disfraces; jugar a ser directos, a herir sensibilidades... Fingir ser felices, pensar en que somos buenos. en que vamos a la iglesia y querer hacer el bien. Podríamos... tratar ser una deidad. Podríamos no perdernos, seguir el sendero. En tener lo que necesitamos tener lo que queremos.
Pero eso sería seguir su juego, sería tentar de nuevo las vanidades. Olvidar la lascividad, retroceder a una mentira. Perdernos en control. Volver sin enfrentar a nuestra conciencia.